sábado, 10 de julio de 2010

protocolos

Caracol queriendo, planeando hasta el último detalle de su evento especialísimo. No duerme, el caracol; tiene migraña el pobre, pobre caracol. Pasa por los pasillos, repasa por los momentos, el minute by minute que reparte en varios tantos al personal encargado de la logística. Dispensa, el caracol, acentos de sobra para que de ninguna manera falten tildes de importancia; más vale que sobre, ya se sabe. Italiza el caracol con discreción a discreción. Sucede que cuando llega Él Grán Díá y todos los invitados se reúnen al pie de la esclalera del y de caracol para escuchar las palabras de su gentil anfitrión, el caracol -ay, ay del caracol- toma las tarjetas con el discurso y todo resulte en un batidillo de letras y babas de caracol que salpican a los invitados y fruncen las narices y las comisuras de las damas de sociedad.

caracol derrumbado. a sus pies -si los tuviera- tiritas de papel apelmazado que hacen pensar en confeti y en una fiesta salvaje.

1 comentario:

Nelly dijo...

éste me encantó, como para ilustrarlo!!!