domingo, 12 de septiembre de 2010

de duelos

Yo pensé que una vez que presenciabas el fin del mundo, las perdidas venideras ya no serían tan terribles. Y sí, pero no. No importa cuántas veces visualices la escena, no importa qué tan fuerte aprietes la panza, con qué tacto se dejen caer las palabras, siempre son pianos sobre tu cabeza: "necesito espacio", "no sé si puedo ser pareja, debo resolverlo", "hemos de extrañarnos"; porque no de tan usados, estos pianos son más suaves.

Tengo jaqueca por pianos y un enorme hueco en el centro del cuerpo. 

Lo más bizarro de la pérdida de personas es el engaño óptico: todo parece idéntico. Aparentemente esa silla obstinada no ha dejado de hacer lo mismo que hacía antes de rasgarnos; aparentemente toda mi casa dice que volverás por la noche por el olor que dejaste colgando de todo; vaya, ni los gatos notaron que la palmadita en la cabeza era una despedida torpe, tan, tan torpe.

¿Cómo les explico a mis ojos que así se ve la nada, igual que cuando aquí habitaba todo? Tal vez por eso se cubren los relojes y los espejos y las ventanas, para mitigar el horror de que te hayas ido y que la macabra realidad siga aquí.

No hay manera de evadir este funeral, sólo no me pidas flores, no ahora. Tal vez el tiempo, o no.



3 comentarios:

Unknown dijo...

"¿Cómo les explico a mis ojos que así se ve la nada, igual que cuando aquí habitaba todo?"---cuado lo leí fue tan perfecto, gracias

Alejandra Contreras dijo...

¡gracias por leer mis lloriqueos!

Nelly dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=-nCGuXD0u3w
De Duelos, de ausencias...