domingo, 10 de octubre de 2010

algo sobre mi padre


Hace dos días fue cumpleaños del Doctor, mi papá; que es el Doctor desde que la bata blanca lo cubre y se agita al viento como capa de superhéroe de mi infancia: mi papá es doctor y cura y la gente lo quiere y lo busca y yo no tuve que buscarlo nunca, es mío. Mi padre es un hombre fuerte y bueno como árbol. Cerca de él, siempre me he sentido protegida y en paz; mi padre es un hombre serio como árbol pero gentil como árbol también; mi padre sabe bien de dónde viene y dónde están sus raíces; mi padre calla lo que lo quiebra con ese aire de tristeza de los cedros en la tarde; mi padre desafía al tiempo con enorme dignidad, porque su corteza es milenaria y no envejece aunque su corazón sienta que se rompe.

Hay muchas maneras de mirar a mi padre, pero yo me quedo con la de hija, la que lo mira con ojos fascinados desde que conoció sus manos-ramas gigantes, sus cantos y sus cuentos; la que respeta sus opiniones y busca sus consejos. La que haría lo que fuera por verlo sonreír como antes del fin del mundo.

A ese árbol hermoso, a ese superhéroe de bata hoy le dedico todo mi post y todo mi amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y las mejores cosas que se reciben no son compradas.

El suelo puede ahora ser seco e inhóspito para nutrir la fortaleza de la raíz, pero el tronco partido no se podrá derrumbar aún, porque hay vástagos sobrevivientes que florecen y tendrán que fortalecer y robustecer para generar de cada uno de ellos nuevas raices en su momento propicio que tendrá que llegar.

Porque los vástagos duelen pero representar el aliciente y motivo de vida y la satisfacción hacia el resto de la vida, los necesito bien, los necesito protegidos y los necesito felices y realizados, para que al final del camino y a pesar de los errores todo haya valido la pena.

Gracias por tu pensamiento que me dejan la seguridad de que no me equivoqué en algunas cosas importantes.