sábado, 22 de mayo de 2010

gatos de amplitud modulada

Julio Cortázar decía que los gatos son teléfonos, pero hoy más bien descubro que son radios. Estaba preguntándome entre mocos contenidos y lágrimas en las orejas (consecuencia de la horizontalidad), cómo diablos se reza por alguien, cuando apareció Purr y sentose con elegancia sobre mis costillas. Me miró con esas rayas doradas y soñolientas y arrancó un ronrroneo profundo y constante. Los ronrroneos, finalmente ondas de energía arrastradas por el sonido, le devolvieron la dirección a unos cuantos pastos acalorados, el sentido de las ideas a unos cuantos profesores agotados, el son a unos cuantos músicos desacompasados y el pulso a una pequeña Lupita extraviada en la angustia de la pesadilla de sus padres.

Claro, porque los gatos son los regios portadores de las cajas de ritmo del mundo y no lo habíamos entendido. Basta frotar sus lomos felpudos con amor, para que emitan ondas de gran amplitud que reacomoden el estruendo de un mar de humanos, que olvidó como escuchar y como frotar lomos felpudos con amor.

Huelga decir que con los ronrroneos de los tigres deben tomarse providencias; y que nunca deben provocarse por manos o amor que no sean expertos en crisis globales.

No hay comentarios: