y que se aparece un gato de júpiter o saturno y de un chorro de agua (esos gatos siempre llevan una pistola de agua de plástico), se lleva el polvo apacible que se había acomodado sin ruido por encima de mis letras, pasmadas-y-boquiabiertas desde que la muerte se alejó llevando de su brazo a urbano.
entonces aquí estoy otra vez, produciendo origamis defectuosos para nadie; con la sensación de reencontrame con un amigo viejo y querido que me dice sin palabras que siempre ha estado cerca de aquí (aquí, allá: ese par de mentirosos) y que es bueno verme de vuelta, con todo este equipaje nuevo y esas canas.
hasta que la desidia me atropelle.
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