Mañana entra en vigor la SB1070 en Arizona. Recuerdo cuando era una iniciativa y cuando se travistió de ley; recuerdo también cómo esa indignación me llevó a conectar con personas enteradas e interesadas en el proceso migratorio de los mexicanos y de las propias comunidades mexicanas radicadas en Estados Unidos. Mis paisanos son los más jodidos, pensé -llevo casi tres años redactando una tesis que analiza los rastros de identidad en las narrativas de mexicanas migrantes- ¿cómo es posible que se apruebe una ley que trae a la superficie la paranoia por lo diferente, el perfil racial? ¿racial? ¿no estábamos ya más allá de eso? ¿no es inmoral hablar de raza, hasta para los perros? eso pensaba yo, y luego aprendí unas cuantas versiones, transgresiones, tergiversaciones y animadversiones, resultado de la multiplicidad de miradas y, en muchos casos, la hipocresía rampante tan de nuestra especie.
Uno
La raza no es un concepto anacrónico para el país del norte, crisol gigantesco de culturas juntas pero no revueltas. El concepto sirve para diferenciarte, para catalogarte, para identificarte, para saber cómo tratarte. El Otro que no se parece a la idea que tengo de la normalidad, lo que quiera que eso signifique.
Dos
Jan Brewer de verdad cree que está protegiendo a los ciudadanos de Arizona de una amenaza. La amenaza que entiende por igual migrante que narcotraficante que traficante de personas, alien, invasor. I will battle all the way to the Supreme Court, if necessary, for the right to protect the citizens of AZ http://bit.ly/btFPFS (@GovBrewer dixit). Habría que revisar de cuántas maneras se sostiene este discurso, de cuántas plataformas mediáticas, mesas familiares, patios escolares y narices torcidas pende la certeza de que estos caminantes del sur andan con ganas de destruir el status quo de la bondad republicana.
Tres
La otra es que, si bien una ley que supone la capacidad de las fuerzas policiacas para indagar sobre la situación migratoria de los "sospechosos" y la conversión del migrante a criminal tiene tintes de Apartheid, tendríamos que revisarnos como sociedad para ver que no distamos mucho de aquel cerdo orwelliano que declaró con extrema seriedad que todos somos iguales, pero unos somos más iguales que otros. Porque por degradante y anquilosada que nos suene la SB1070, es sólo un síntoma de la selectividad de nuestras indignaciones. Muchos mexicanos nos tomamos la afrenta como personal y nos olvidamos convenientemente de los abusos y atropellos contra los migrantes nacionales y centroamericanos en tierras mexicanas. ¿Por qué callamos y permitimos los secuestros, las detenciones violentas y las extorsiones a los que cruzan por un país cada vez más hostil, nunca por gusto? La invisibilidad de los migrantes indocumentados la hace la indiferencia de los que deciden no ver.
La petición es sólo a mirar hacia dentro y sospechar de las jerarquías tranquilizadoras, las que sostienen que hay quien merece más respeto que otros; pero desde casa, desde el origen de los prejuicios y las etiquetas. Las persecuciones étnicas no se acaban con la tolerancia, ¿no tiene la tolerancia mucho de cuerda tensa?
Rechazo definitivamente los miedos que sustentan la Ley Arizona, pero esa pelea no sólo vive en Phoenix, vive en mi cuadra, en las vías del tren y en las conciencias tranquilas de los que seleccionan tú sí, tú sí, tú sí, tu no.
La petición es sólo a mirar hacia dentro y sospechar de las jerarquías tranquilizadoras, las que sostienen que hay quien merece más respeto que otros; pero desde casa, desde el origen de los prejuicios y las etiquetas. Las persecuciones étnicas no se acaban con la tolerancia, ¿no tiene la tolerancia mucho de cuerda tensa?
Rechazo definitivamente los miedos que sustentan la Ley Arizona, pero esa pelea no sólo vive en Phoenix, vive en mi cuadra, en las vías del tren y en las conciencias tranquilas de los que seleccionan tú sí, tú sí, tú sí, tu no.