a @pielajena
El Tiempo no siempre fue tan estricto. Las explicaciones, como todos los analistas saben, se encuentran en su más tierna infancia; y es que el Tiempo era un niño soñador que tejía vidas con los dedos mientras canturreaba pensando en Lo Bello. Como tejía sin parar hilvanando sinfines y sinsentidos para abrigar a Lo Bello consigo mismo y maravillarse emocionado; resultó que sus padres, preocupados -como deben estar los padres- decidieron poner fin a un estilo de vida que no consideraba la existencia del destino.
Por eso, consultando con asesores expertos decidieron enviar a El Tiempo a una escuela alemana de alta disciplina donde le quitaron los colores de los dedos y le enseñaron a engarzar manecillas en complicados mecanismos de la vecina Suiza. El Tiempo se graduó con honores por sentar las bases de la narrativa y la vejez y por proponer un protocolo -junto con la Muerte, su novia- que reciclaba los espacios y a la vida en un ciclo infinito.
Aún, de pronto, permite El Tiempo que sus párpados resbalen y se formen burbujas donde habita Lo Bello y baile sin obedecer reglas, por el puro placer.
El Tiempo no siempre fue tan estricto. Las explicaciones, como todos los analistas saben, se encuentran en su más tierna infancia; y es que el Tiempo era un niño soñador que tejía vidas con los dedos mientras canturreaba pensando en Lo Bello. Como tejía sin parar hilvanando sinfines y sinsentidos para abrigar a Lo Bello consigo mismo y maravillarse emocionado; resultó que sus padres, preocupados -como deben estar los padres- decidieron poner fin a un estilo de vida que no consideraba la existencia del destino.
Por eso, consultando con asesores expertos decidieron enviar a El Tiempo a una escuela alemana de alta disciplina donde le quitaron los colores de los dedos y le enseñaron a engarzar manecillas en complicados mecanismos de la vecina Suiza. El Tiempo se graduó con honores por sentar las bases de la narrativa y la vejez y por proponer un protocolo -junto con la Muerte, su novia- que reciclaba los espacios y a la vida en un ciclo infinito.
Aún, de pronto, permite El Tiempo que sus párpados resbalen y se formen burbujas donde habita Lo Bello y baile sin obedecer reglas, por el puro placer.